miércoles, 5 de noviembre de 2014

Freno

"Escuchan mis palabras como si fuera profeta de la enseñanza
y explotan mis palabras en una hoja maltrecha.
Despedazando tus entrañas llenas de malicia.
Recuerdo que dijimos hablarlo ‘no está tan mal’
 y entramos despacio al remolino de sábanas y ropas tiradas.
Como en un cuento de desprecio devoré tu alma
así como devoraste mi cuerpo.
Y gemías en mi oído con tus labios al olvido.
Y en ese momento no hubieron más palabras
ni perdones ni remordimientos
y cómo sentimos nuestros cuerpos.
Esperaba que tus dientes atajaran el dolor
y partieran en dos el desencuentro.
Como torbellino en silencio.
Dos explosiones y un solo encuentro.
Enredados.  Escapados.
Probamos y perdimos
y en un ataque pasajero pedí al cielo
que se llenara mi pecho.
Quería ser perdonado el encuentro.
En escases de sentimientos, furia y recelos.
Nos comimos el alma, nos besamos el cuerpo.
 ¿No escucharon acaso los ángeles
nuestros gritos de desafuero?
Será el perdón divino el recelo más efímero.
Pues nuestras camas ya son compartidas.
Y centrados en nosotros el egoísmo pudo más.
Y que ganas de estallar en tu cuerpo me dan.
Qué ganas nada más.
Qué pena la verdad;
ser esclavos de esto que no es nada pero es todo sin más.
Y ser partícipes de desencuentros en pechos opuestos.
Devórame el alma
que detesto quedarme con las ganas.
Aunque sea solo un juego no me abandones por despecho.
Dame más de la magia atrevida, de esa que llevas escondida.
Y se mueve a favor de mi cuerpo
y desata todo lo que llevo dentro.
Y me retuerce con la mirada y en placer me quedo toda.
Y devuelvo sus caricias para poder escapar
sin saber si terminar es lo mejor o mejor será parar.
Y quién sabe si el futuro decidirá,
o el pasado mezquino nos querrá destripar."

Carolina Franco