viernes, 5 de septiembre de 2014

Incendio de recuerdos

La encontré entre la bruma, pesarosa. Obnubilados los cristalinos ojos. Lo veía todo a través de ella. 
Su alma rota, sus lágrimas afiladas que mataron mi atmósfera.  
Esperé en el banquito debajo de aquel árbol que habíamos plantado y cerca de donde estaría su lápida color marfil, labradas las letras en aquella calurosa tarde de aquel Abril. 
Más de veinte años pasamos, fuimos vida juntos, fuimos pasión, a veces pena y casi siempre amor. 
Una vez la vi, con la pesadez que tienen los muertos cuando por fin se van a descansar, y sin dudarlo ni un segundo me dijo que era tiempo de partir y se alejó, se desvaneció.  
Hace poco me vi hablándole al viento como si fueran sus oídos. 
¿Dónde estas mi amor?  
Diez años no fueron tantos como para desterrarte de mi memoria. Y tus ojos cristal y la lápida marfil y el terror de que todo sea una pesadilla. Si me despierto y no te veo a mi lado  
¿Qué me queda cariño mío?  
Vengo con el sueño pesado, con el cuerpo cansado y el sudor de mi frente delata la temerosa pero eficaz fiebre.  
Tan solo unos días más y olvidarás que existía, te desharás de nuestra vida. Y cada memoria borrosa se irá contigo al futuro inseguro que tu alma profesa. Y un año más, quizás dos, y a la tumba partirás y fundirás tu carne con la Madre Tierra. Y quizás en unos diez años más, y ojalá sean solo segundos, y nos volveremos a encontrar. 
Dime corazón  
¿del otro lado esperaras? o en vida me olvidarás y entre gusanos terminarán nuestras memorias, todas.

Carolina Franco Bitancurt

Ese amor

"Amo el juego de luces  
que armas con tus ojos.  
Esa mirada sonrojada. 
La sonrisa inquieta.  
Amo el temor  
que tienen tus caricias  
y la forma en que juegan 
tus manos con las mías. 
Y sobre todo amo que seas irreal  
que no existas más que en mi mente  
para que solo yo te pueda admirar."

Carolina Franco Bitancurt

No esperes el perdón

No esperes el perdón  
Que viene errante con la estocada final. 
Va clavándose en su alma. 
Va pinchando su corazón.  
Ni el espacio ni el tiempo ni las lágrimas sobre su cuerpo. 
Es temor. 
Es el error primero, 
el horror final. 
Como la turba hinchada de ira  
que me viene a buscar. 
Es el pánico. 
Es la tormenta. 
Es el dolor de verte en pena. 
La armonía de mis letras. 
Tus dolores, mis miserias. 
Es tu ser, tan vivaz y cortante.

Carolina Franco Bitancurt