lunes, 15 de abril de 2013

Proceso




Parte del proceso evolutivo de cada uno de mis escritos se cifra en el significado de una frase, una palabra, algo que ha quedado flotando en mi, algo que fluye en mi aire vital, algo que no me deja respirar y me corta toda seguridad de que estoy donde quiero estar.  Cada una de mis letras, cada palabra y por supuesto cada cosa que escribo es parte real de mi, algo significativo que tengo que releer, algo que debo resolver. Pero así de sencillo como me salen las letras que escribo, así de fácil suenan tambores en mi pecho cuando no sé ni lo que escribo. Es que si lo escribo lo escribo por algo, todo en la vida supone un por qué, por qué lo pensé, por qué estaba en mi parte de espacio en este pequeño mundo en el que cada cerebro procesa indistintamente al de los otros; es entonces que cuando escribo sin saber por qué lo hago  sin saber el motivo fiel de cada palabra específica suelo pensar que es un “motivo oculto” en mi interior.
El motivo oculto, para mí es como renombrar algo guardado en mi interior, en mi cerebro.  Puesto que tengo destellos de recuerdos no muy bien plantados o recordados con claridad sé que hay muchas cosas que mi propio cerebro me oculta, es mi sistema de defensa en contra de todas esas cosas que por algún motivo intentan dañarme.
Pero, y como en cada situación un pero es un “algo” que, sin que sobre, está ahí solo queriendo destacar detalles; en este caso mi pero se basa en las realidades que encuentro sin querer de las cosas que me atormentan porque están sin motivo aparente…  Éste pero, es una cosa tan real para mí que es casi tangible como una idea real: empezar un proceso evolutivo, aunque sea empezar por una pequeña palabra sin sentido, sentarme a pensar en eso, me deja en blanco. Puedo estar dos o tres minutos como también puedo estar horas en blanco, horas que vuelan mientras mis manos se deslizan involuntariamente sobre teclas, o mi mano derecha se desvía sin que se lo pida, así formando palabras con mis letras, frases con mis palabras, hojas enteras llenas de frases, frases que se unen a más frases, frases solas y frases conjuntas… FRASES… hojas y hojas escritas… Así cuando pongo punto final a mis divagues y mis conjugaciones de frases, despierto. Despierto y dejo de estar en blanco, vuelvo a medir el tiempo, solo sigo con mi vida pero recupero conciencia, es como si algo que estaba en el lugar más escondido de mi ser, en el fondo de un cajón viejo, un cajón pesado y cerrado por dentro, se abre, sale de alguna manera de mí, despierto más ligera, noto la ausencia de dolor dentro del corazón.
Es la falta de esa angustia la que me hace sentir más ligera.
Es que me desahogo en soledad, solo escribiendo palabras y uniendo significados; es entonces cuando mi pequeño proceso evolutivo se transforma en una canción la canción más liberadora del mundo. No una canción de las que se cantan, una canción, algo que recito solo para mí solo en silencio, pues en mi mente se forman los más bellos sonidos, los sonidos de las letras.
Así es como escribo, es mi forma de poder enlazar cosas significativas solo para mi, de poder plasmar todo lo que deseo con simples palabras, para los demás, porque para mí las palabras representan la vida; las palabras son mi fuente de oxígeno, por eso sé que cuando éstas se terminen para mi yo muero en vida, muero en soledad porque son mi única perfecta compañía.  Y es por eso que cuando escribo con dolor interno, cuando las espinas me parten el pecho y sangro en silencio y me sumerjo en oscuridad profunda, escribo; libre, inconsciente casi demente… Y es que No estoy escribiendo, simplemente estoy VIVIENDO, en desahogos pero Viviendo.

                                                                          Carolina Franco

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