viernes, 15 de febrero de 2013

Motivación

A veces empezar el día es casi lo mismo que tirarse de un segundo o tercer piso. Hoy no tengo inspiración de nada. Estoy sentada tratando de escribir algo que sea conmovedor en serio, pero no sale nada. Simplemente no hay nada en mi cabeza como para dar buenas o malas noticias, como para hacer que ésta entrada sea real, algo como tangible, se siente como si el aire estuviera pesado y se me cierran los párpados.
Estoy sentada en el mismo escritorio en el que me he inspirado y he relatado mi vida en al menos 150 poemas y algunos pocos relatos. Pero hoy no hay nada, ¿será la ausencia del silencio? ¿o la falta de inspiración? ¿o será que no hay en mí ya nada de motivación?...
Motivación, es una palabra que siempre me lleva por el mismo camino. Cada vez que pienso en ella o en la inspiración recaigo en una sobredosis de profunda tristeza, de dolor interior. Pocas veces éstas palabras salen de mi ser con buenos sentidos, son parte de mi vida parte de mi angustia. Sé que el motor es uno solo, la poderosa catarsis de mi dolor. Algunos pueden pensar que el hecho de que todo gire en torno al dolor y a la angustia puede que sea enfermizo, lo más probable es que sí... Pero hay algo que yo no podría hacer sin sentir la enfermiza necesidad de descargar mis penas: ESCRIBIR. 
¿Y qué es un escritor sin motivación, ni medios, ni inspiración?
En el camino a la realidad tengo que notar éste hecho: "Soy lo que soy por haber vivido todo lo que viví; y escribo lo que soy por haber sufrido como sufrí".

En fin lectores, si la pena no fuera mi sello, yo no sé qué escribiría.

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